domingo, 6 de abril de 2014

Con la mitra llena de odio

     Así es como se ha ido de la Conferencia EPPiscopal, Antonio María Rouco Varela. Con la mitra, el solideo y la sotana llenas de odio. Lleno de rencor y amenazante, pecando de orgullo y soberbia. Añorando esos tiempos en los que con sonrisa cómplice administraba la comunión a seguidores de un caudillo, gallego como él, que emprendió la gran cruzada contra el comunismo y la masonería.
                    
 
     Rouco llegó al mundo en agosto del 36, con la guerra civil. Nadie lo contó, pero seguro que en vez de llorar como cualquier bebé, maldijo a la comadrona con su gesto agrio por ir demasiado escotada. Con diez añitos ya estaba en el seminario de Mondoñedo. ¿Vocación, hambre o simplemente apariencias...? En los últimos años se dedicó a odiar a Zapatero, lanzando a sus seguidores contra el gobierno socialista, llegando a pedir directamente el voto para el PP. Olvidó a los pobres y excluidos, para atacar a abortistas y homosexuales. Ya en el ocaso de sus días y de sus obligaciones episcopales, Rouco ha querido dejar su sello castigador en los dos funerales de estado que ha oficiado a petición de su admirado gobierno.
 
     En el décimo aniversario de la matanza del 11-M, en la homilía, el arzobispo, sin ninguna compasión hacia las víctimas, quiso esgrimir de nuevo las teorías conspiratorias, insinuando que extraños y ocultos poderes idearon los atentados para expulsar del poder a su PP. Una ofensa en toda regla a los españoles, que provocó la repulsa de todos menos, por supuesto, los peperos. Claro. No es casual que solo 24 horas antes, una repugnante CosPPedal sembrara nuevas dudas sobre la autoría de los atentados.
 
                               

     En menos de un mes, Toño-Mari ha tenido que oficiar otro funeral de estado, en este caso por el fallecimiento del ex Presidente Suárez. En esta ocasión, el despreciable arzobispo ha decidido atacar a los independentistas amenazando con una posible guerra civil... ¡qué más quisiera él! De nuevo se ha convertido en el protagonista del funeral y para nuestra desgracia, no era el muerto. Las críticas han sido feroces. Incluso algún dirigente del PP, en privado, pues en público no tienen huevos, se han sentido ofendidos. Otros, como Floriano, no comentan homilías y en la conferencia episcopal, echan balones fuera.
 
     ¿Por qué Rouco ha aprovechado estas dos ocasiones para inundarnos con su veneno...? Seguramente y dada su insana soberbia, piensa que en su casa dice lo que quiere y por esta razón, creo que ha llegado el momento de cambiar los funerales de estado por solemnes actos civiles. Dejemos de una vez lo religioso para el ámbito privado.
  
     Nuestra obsoleta y tan cacareada Constitución, habla de "estado aconfesional" y a juzgar por lo visto, en el PParticular infierno de Rouco, aún no es así.

No hay comentarios:

Publicar un comentario