domingo, 26 de octubre de 2014

Los otros resPPonsables

     La corrupción es un mal inherente a todo aquel gobierno que no está controlado por la opinión pública. - Ludwig von Mises.
 
     Mientras la justicia cerca lentamente a los corruPPtos que se esconden tras la gaviota, creo que es el momento de señalar a los otros responsables de esta orgía de latrocinio. Me refiero a los votantes del PP, un nutrido grupo de necios que son colaboradores necesarios para que sus líderes, cargos públicos y jóvenes PPromesas como el "pequeño Nicolás", lleven años robando el dinero de todos para que lo disfruten unos pocos. Cajas B, comisiones ilegales, tarjetas black o campañas ilegalmente financiadas como la de Mª CosPPi en Castilla la Mancha, presuntamente, no serían posibles sin los votos de esos ciudadanos y ellos, los PPajarracos, con cada nueva victoria electoral, se sienten legitimados para seguir delinquiendo, sabedores que en última instancia saldrán impunes, dado que su poder les permite controlar también la justicia.
 
 
     Salvo picos al alza como en las últimas elecciones, en el PP rondan los 9.8 millones de votantes. Votantes que, salvo un puñado de elegidos que viven en barrios como el de Salamanca o veranean en exclusivas urbanizaciones de la Costa del Sol, en su mayoría son funcionarios, trabajadores por cuenta ajena en PYMES o pequeños autónomos que tienen en común las dificultades para llegar a fin de mes y muchos de los cuales ahora están parados. Este tipo de votante, es el que tradicionalmente se define de centro para no comprometerse. Ciudadanos de vida pobre, que son felices pudiendo tomar una caña después de misa o de la película de Antena 3, un cubatita el día de la patrona y una paella en el chiringuito de la playa de Torrevieja o Gandía en su escasa semana de vacaciones. Son ciudadanos mediocres, de existencia triste y cuyos hijos son carne de Gran Hermano, que se esconden tras los Pujol o los ERES de Andalucía para justificar que el alcalde de su pueblo, que un día les invitó a una ronda, se haya construido un chalet a base de comisiones ilegales que le daba el corruptor de turno a cambio de contratos. Son ese tipo de gente que llora con un gol del Madrid o se estremecen cuando el jefe de los corruPPtos gritaba aquello de ¡viva el vino! en una visita a CosPPilandia. Paletos que son incapaces de discernir entre un Picasso o un Goya y a los que no les importa que el partido de las gaviotas haya traído hasta el siglo XXI el caciquismo y la corrupción de los años del franquismo.
 
     En el otro extremo de los votantes de las gaviotas, se encuentran los vips. Empresarios como Brufau, Juan Roig, Florentino Pérez, Villar Mir o Arturo Fernández. Todos ellos forman el grupo de los presuntos corruPPtores. Una comisión aquí, unas alabanzas a Rajoy allá, todo a cambio de beneficios fiscales, contratos amañados y una buena dosis de vista gorda por parte de las autoridades si incumplen las leyes del estado. Luego, en un futuro no muy lejano, ministros y secretarios de estado ocuparán puestos de relevancia en sus consejos de administración como agradecimiento. Estos corruPPtores y las autoridades corruPPtas, se protegen entre ellos y conforman un tándem que sin duda hay erradicar si no queremos ser los futuros esclavos de una élite inmoral, cuya única patria es el dinero.
 
     Con este panorama parece difícil creer a los jefes de la mafia. La de la PPeineta y el PPájaro bobo hoy mismo, en la intermunicipal pepera, tras lamerse las heridas, aseguraban trabajar para que "esas cosas", en referencia a la corrupción, no vuelvan a ocurrir. ¿Se referirán a evitar que les vuelvan a pillar...? Por cierto, a punto de cumplirse un mes de conocer el escándalo de las tarjetas black, sigue sin haber detenidos. 

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