domingo, 12 de octubre de 2014

Vergonzante marca EsPPaña

     El patriotismo es el último refugio de los canallas. - Samuel Johnson
 
     Hoy, día de la fiesta nacional de 2014, se hace más patente que nunca lo vergonzante que es defender la condición de españolidad. La marca EsPPaña que defienden los de la secta de la gaviota, ya no sirve ni como marca blanca y resulta muy estresante vivir en un PPaís cuyas instituciones han sido PProstituidas en beneficio de los intereses de una chusma reunida alrededor de unas siglas, PP. Es para sonrojarse seguir las noticias y ver la gestión que de ellas se hace desde el gobierno y su secta. En esa línea, llevamos dos semanas asistiendo al chorreo de gastos que los ladrones de Caja Madrid/Bankia pagaban con el dinero de todos. Ladronicio que aún no ha tenido consecuencias. Bueno sí, el juez que intentó encarcelar a Blesa, caPPo de esa mafia, ha sido inhabilitado. Pero sin duda lo más vergonzante de todo, por lo inhumano de los peperos, ha sido la gestión del contagio de ébola producido en la persona de la auxiliar de enfermería Teresa Romero, expuesta a la enfermedad por obra y gracia de los PPajarracos al repatriar a dos sacerdotes enfermos. ¿Habrían actuado igual con cualquier otra persona? Espero no tener que comprobarlo.
 
 
     Desde el lunes, día en que se tuvo noticia del contagio de Teresa, hemos asistido a un nuevo episodio de cobardía pepera. En la memoria de todos está como el PP culpaba al capitán cuando el Prestige, a los médicos turcos en el caso del Yak-42, a ETA en los atentados de Atocha o al maquinista en  el accidente del ALVIA. El miedo a perder votos hace de las gaviotas seres torpes, deshumanizados y sobre todo ridículos. Así, una torPPe ministra de sanidad comparecía de luto y asustada ante la prensa para comunicar el contagio, flanqueada por dos esbirros que contestaban las preguntas que iban dirigidas a ella. Habló aproximadamente seis minutos para leer poco más de un folio y luego, mientras los mencionados esbirros lidiaban con la prensa, ella dedicaba el tiempo a garabatear sobre un papel en espera de que el trance acabara.
 
     La deshumanización ha llegado de la mano del consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid. El bicho se llama Javier Rodríguez y la mejor definición que esta semana se ha hecho de él, llegó por boca de Ignacio Fernández Toxo. Canalla le llamó el líder sindical y no es para menos. Este ser, con más aspecto de cerdo que espera al matarife que de persona, ha culpado, menospreciado e insultado a la auxiliar enferma. No ha mostrado ni un gramo de humanidad y ante las peticiones de cese y dimisión, se ha mostrado soberbio y chulesco. Con sus declaraciones, no solo ha denigrado a la víctima, demostrando su nula empatía por los pacientes a pesar de ser médico, sino que ha insultado a todos los trabajadores de la sanidad española. Me pregunto si no será sólo el aspecto y quizás sea un cerdo que ha aprendido a hablar.
 
     Por último y una vez más, la ridiculez ha venido de la mano de nuestro PPresi. El PPájaro bobo ha escenificado el apoyo a la ministra Mato y de paso ha contado que sus colegas europeos han felicitado al gobierno por lo bien que ha atajado y gestionado la crisis. Si no fuera por lo grave del asunto, me descojonaría en su cara. Lo peor, una vez más, es que semejantes barbaridades las ha soltado en un foro internacional. Me puedo imaginar los corrillos en la conferencia sobre el paro celebrada en Milán:
 - "Esten Marrianen est giliPPollen, François"
 - "Oui Angela, je suis desolé".
 
     Una semana más, gaviotas y PPajarracos nos hacen muy difícil enorgullecernos de nuestra condición de españoles. A veces pienso si, por el bien de la humanidad, los españoles no nos deberíamos de extinguir. O mejor, que se extingan ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario