domingo, 17 de diciembre de 2017

Normalizando lo absurdo

     No hay peor tiranía que la que se ejerce a la sombra de las leyes y bajo el calor de la justicia. - Montesquieu.

     Esta semana por fin llegan las elecciones catalanas que convocó, arrogándose funciones que no le correspondían, el señor M. Rajoy. Hoy ni siquiera voy a valorar la legalidad de las medidas del 155. Legal o no, todo está consumado y ahora habrá que mirar hacia el futuro, procurando que los comicios se desarrollen, en plena libertad y con las máximas garantías. Los independentistas no se fían de los unionistas y estos a su vez desconfían de los primeros. Si bien en esta pugna, los que tienen el control son los unionistas y dentro de estos, los muy poco fiables de la secta PPopular. Hemos visto como el gobierno ha retorcido la Constitución y presionado al Constitucional para llevar el ascua a su sardina y en los últimos días, asistimos a la vomitiva actuación de la Junta Electoral Central que con sus decisiones, va normalizando lo absurdo, entiendo también que manipulada por la larga mano del gobierno, para satisfacer las, a veces poco democráticas, demandas de los muñequitos de Ciudadanos. 


     En esta linea de Prohibiciones absurdas de la escorada Junta Electoral y que lamentablemente todos nos estamos tragando sin decir ni mu, encontramos las primeras que ya hicieron hace algunas semanas: Orden de retirar de Ayuntamientos y demás fachadas con cierta visibilidad, las pancartas que demandan la libertad de los presos del Process. ¿Imagináis esta prohibición en Euskadi cuando las plazas de los pueblos vascos estaban llenas de las fotos de presos de ETA...? Nunca se prohibió y si se hizo, la prohibición nunca se cumplió y por supuesto, nadie tuvo huevos a enviar ni policías, ni bomberos a descolgar las reivindicativas pancartas. Todo el mundo, candidatos y partidos asumieron con naturalidad que en realidad influían poco o nada en el sentido del voto de los ciudadanos vascos.

     En la escalada de prohibiciones absurdas, la JEC, subió estos días de atrás un escalón más y llegó a la prohibición cromática: La unionista Junta ha prohibido los lazos amarillos en los colegios electorales, lazos con los que de nuevo se reivindica la libertad de los presos. También han prohibido la iluminación amarilla en edificios municipales y fuentes de Barcelona y además en Lleida, nadie puede portar los lazos en los edificios públicos. No es que a mi me guste especialmente el color amarillo, pero jamás nadie prohibiría el lazo rojo del SIDA o el morado contra la violencia de género y no olvidemos que todo es susceptible de reivindicación en una sociedad madura y democrática.

     Por último, en esta vorágine de prohibirlo todo en el contexto de las elecciones catalanas, la Junta de Tarragona ha prohibido a un pequeño grupo de jubilados llamados "avis y àvies per la llibertat"  manifestarse en Reus  durante la campaña porque piden la libertad de los presos en sus concentraciones. ¿De verdad hay gente cobrando un sueldo público que piensa que una pequeña concentración de abueletes en Reus puede influir en el voto de los catalanes...? ¿Que hubiera sido del 15M si una prohibición semejante se hubiera hecho en Mayo de 2015...? Algunos pidieron prohibir al 15M manifestarse, como no desde las filas de los PPajarracos, puesto que en aquel momento también había elecciones, pero a nadie se le pasó por la cabeza llegar a cercenar de esa manera los derechos y libertades públicas, desde luego, con mejor criterio del que ahora rige en este puñetero país.

     ¿Hasta cuando callaremos ante estos atropellos democráticos? ¿Que será lo siguiente, ayudar a las monjitas del convento de turno a ensobrar los votos a la mafia popular de los ancianitos a su cargo...? Hoy se están conculcando las libertades democráticas de los catalanes con nuestro silencio cómplice, pero mañana pueden violarse las nuestras en Castlla la Mancha, Extremadura o Baleares por haber normalizado lo absurdo sin rechistar. ¡Para echarse a llorar!

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